Hoy se inicia la Copa América Venezuela 2007. Nuestra selección peruana debutará ante el combinado uruguayo a las 5 p. m. (hora peruana) en el Estadio Metropolitano de Mérida, ciudad venezolana.
Sucede lo siguiente. Aquí en Perú los ciudadanos nos encontramos resentidos con nuestra selección por las derrotas que siempre sifrimos en torneos como éste. Sin embargo, cada vez que se presenta la oportunidad, vuelven nuestras esperanzas, ahora con algunos rostros nuevos.
La alegría por solo ver a nuestra selección ganar, nos llena de mucha satisfacción y nos alienta en el trabajo y nos cambia el día. Su influencia es muchas veces vital. Claro, eso pasa, pero para los que aman este deporte, la emoción es casi extrema.
A veces nos creemos técnicos, y hasta nos dan ganas de jugar en vez de ellos. Quién no recuerda a Mendoza, en este caso. Era el gol, decían por ahí, nuestra clasificación, la esperanza, pero el negro, el cóndor como le dicen, falló, hizo una demás. Luego, el negro dijo, "yo meto gol donde me pagan". Se hundió. Ahora, Uribe, nuestro DT, le da la oportunidad para que se quite ese pesado costal de hombro y se reivindique con los peruanos, que tanto sufren. Sino lo hace, será recordado por simepre, no como quieran todos los jugadores er reocrdado, sino que por la historia que ya les conté.
Hay esperanza en Jefferson, en Pizarro y en Guerrero (el más atrevido), claro, porque son delanteros. Uribe confía en ellos y los peruanos también. Mucha trayectoria, vasta experiencia, clubes grandes, varias copas, tantos gritos de gol en el viejo continente, algo deben hacer por la selección, dicen.
Hoy empieza, sí, la historia de Uribe se escribirá, esta vez, como técnico de la blanquirroja, esa que lleva el color de la sangre y el brillo de la paz en el pecho, que tiene el sabor de la chicha, que baila salsa y negroide a la vez, y que en ella nuestros jugadores posan su mano derecha para entonar el himno más hermoso del mundo, luego de La Marsellesa francesa, con todo su amor, en las canchas vinotintas.
Que tengan buen debut, muchachos. No nos dejen mal. Déjense de tonterías. Lleguemos a la final. Está fácil. ¡Traigan la copa, por favor! En las buenas y en las malas estaremos, desde lejos, qué importa, con la radio, qué miércoles, pero siempre juntos. Si ìerden no vuelvan. Quédense con Hugo Chávez y vistan de verde, como sus cachacos, tal vez ahí dan un buen tiro.
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