viernes, 31 de marzo de 2006

Mejoremos nuestra democracia

Los diez años, desde la última dictadura, no bastaron para que la mayoría de los peruanos reflexione. Aún creen que ese camino empobrecedor es el idóneo para combatir la corrupción. Y tal vez sea cierto, pero no creo que sea el método.
Estamos a menos de dos semanas de las elecciones generales y tenemos que decidir el futuro de los próximos cinco años y esperar otro gobierno que mejore el último.

El peruano está viviendo una especie de ataque a la memoria. Las pantallas de televisión nos enferman el cerebro cuando vemos constantemente las propagandas políticas de los candidatos que dicen encarnar el cambio que necesitamos. Esta palabra, cambio, es muy usada por los políticos. Muchos de estos dicen estar hartos de los políticos tradicionales, pero no saben que esa tradición a la que aluden vive con nosotros desde que se fundó la República.

Durante varios años nos han ofrecido vivir en democracia cuando muchos no saben su significado. Pues bien, nuestra democracia, citando al escritor peruano, Mario Vargas Llosa, es imperfecta. Sin embargo, debo decir que, así sea imperfecta, es mejor vivir con ella y superarla, en lugar de elegir el retroceso.

Me viene a la memoria ese dicho que parece tener un alto grado de certeza: “cada quién tiene lo que se merece”. Es decir, los peruanos tenemos los congresistas, los presidentes, los alcaldes, la memoria, etc., que merecemos. Nosotros somos los que elegimos, y de ello depende el futuro del país.

En esta coyuntura, los candidatos juegan con el sentimiento de la gente, especialmente de los más necesitados. Es por eso que ellos visitan las provincias, los pueblos olvidados, los cerros, las cárceles, los asentamientos humanos, etc. Todo lo pobre que exista en Perú. Les ofrecen cambios, mejoras, trabajo, casas, es decir, nada nuevo. Todos dicen lo mismo, y uno es más mentiroso que el otro.

Creo que la conciencia de la gente tiene que jugar un papel importante en estas elecciones. No hay que dejarse llevar entre un baile y otro, ni mucho menos por una foto con caro bonita que vemos en las calles. Que el resentimiento no decida nuestro voto. Es cierto que vivimos en un país falto de identidad, lleno injusticia y corrupción, pero debemos terminar con eso poco a poco, no empeorándolo. Todo tiene su tiempo. Y creo, además, que todo tiene su final, menos la corrupción. Entonces busquemos ese cambio por la vía democrática. No retrocedamos, que de esa “medicina” ya bebimos bastante.

No debemos dejarnos llevar por la charlatanería, la demagogia, en buen criollo, por el floro político. El juego psicológico, a través de la palabra, en estos tiempos, ya no funciona. Siempre le dirán no a lo negativo, y nos ofrecerán a cambio lo que todos necesitamos, a que lo cumplan, ése es el problema.
Lourdes Flores y Alan García no son tan enigmáticos como Ollanta Humala. No se puede predecir el camino de un supuesto gobierno del comandante. Por eso, muchos peruanos viven en la incertidumbre y tienden a optar por lo seguro. Pero convivimos en un país desilusionado de los poderes del Estado. Entonces, ¿por quién optar? Tarea difícil. Pero eso sí, quien salga elegido deberá ser respetado y apoyado por las fuerzas políticas más importantes del país y el pueblo en general, y así construir un verdadero camino hacia la democracia. Todo está en la educación. ¡Seamos conscientes, votemos bien!

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